¿Qué pasaría si las mujeres fueran más fuertes físicamente que los hombres?

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Es, por supuesto, un evento poco probable. La mayoría de los vertebrados terrestres, incluidos los humanos, son la excepción a esta regla. Tales cambios también estarían necesariamente acompañados de un aumento en la testosterona y otras hormonas. Entonces, si la sociedad se apegara exclusivamente a las leyes de la naturaleza, esto probablemente implicaría un cambio de las mujeres a los hombres como principales cuidadores de su descendencia.

Amable dominante atractivo

Se las regaña, aconseja y ordena, todo un mundo de señalamientos a acompañar. La contradicción extrema: el lenguaje que silencia; esto es, a través del habla se induce al mutismo. Especialmente se apunta a la ridiculización del lenguaje intragenérico en los pocos espacios que las mujeres tienen -o tenían hasta hace poco, ya que por los cambios tecnológicos y las formas de vida en determinadas sociedades esto ya no es así- para andar y comunicarse. El consenso de opiniones intergenérico en este sentido nos apunta a la hegemonía del modelo artistic gramsciano, en donde los dominados comparten con los dominadores, hasta cierto punto, las creencias y valores socialmente establecidos Gramsci Como decíamos, esto queda muy patente, al poner los refranes en boca de las mujeres, la descripción censuradora o impugnadora de su propio comportamiento lingüístico, asumido al parecer y reproducido, como agentes sociales activas que son. Desde una posición que se columpia entre el menosprecio y el miedo, el comportamiento lingüístico de las mujeres ha sido duramente esclavo y sancionado por los mensajes orales de la cultura popular y concretamente, como estamos viendo, por el alocución lapidario del refranero. Las mujeres han estado tradicionalmente olvidadas, excluidas y cuando se las tiene en cuenta es para callarlas, censurarlas, insultarlas o ridiculizarlas. Pese a todo lo cual, se considera que el silencio no únicamente es muestra de dominación, también es principio de poder Tannen , y a la inversa, todo depende de cada contexto en particular. Es una forma de violencia simbólica para albergar la subordinación y desalentar la reivindicación Juliano

En el mundo laboral

La burguesía tardó siglos en confiar el voto político a las mujeres, por ejemplo. Se las habilitó culturalmente para hacer las compras de las cosas menores. Los publicistas saben bastante de esas trastadas ideológicas. A eso se debe la profusión histérica de estereotipos que la burguesía impone a las mujeres para derrotarlas en una prisión ideológica invisible alambrada con anti-valores de mercado y conductas convenencieras para aovar a salvo las instituciones de la familia, las iglesia y el estamento burgués. El fetichismo de la gracia femenina y su valor de alhóndiga. Vestidas o desnudas. Se trata de un reducto ideológico en el que se amasan convicciones y conductas que, por colmo, cuentan con la complicidad de algunas mujeres y muchos hombres. A pesar de eso no contamos aun con una corriente crítica internacionalista capaz de generar repudios contundentes versus el modelo de humillación con que la burguesía somete a no pocos millones de mujeres.