Pedro Hernández Cabrón el pirata gaditano que no se cortaba un pelo
Hay veces que un hombre tiene que luchar tanto por la vida que no tiene tiempo de vivirla, que decía Charles Bukowski. Algo así le ocurrió a un gaditano de buena familia que aburrido del sinsentido de medrar entre platos de venado y jamón criado en la dehesa, decidió cambiar de tercio y darle un giro copernicano a su vida muelle, pero para vivir mejor a costa de lo ajeno. Hay que entender en contexto, que en aquella época —cosa que no ha variado sustancialmente en este país—, los piratas de aquel entonces eran gentes respetables, que igual podían ser alcaldes o tener una posición política envidiable. En esenciaun ladrón podía ser regidor, comerciante y pirata a la vez como si tal cosa y no se rasgaban las vestiduras por ello. Muchas son las cruentas hazañas que este personaje dejó como rastro en su agitada vida. Vilipendiado y rehabilitado por los Reyes Católicospasó de ser odiado a respetado al entrar en la corte. No se acaba de entender, en medio de tanta memoria histórica, cómo no se ha entonado un sincero mea culpa con categoría de De Profundis sobre aquellas atrocidades cometidas en una nación que se dice a si misma ser cristiana por excelencia. Aquí la palabra perdón subsiste en el diccionario de la RAE con respiración asistida. No todos los apellidos se agostan en la alcurnia y el oropel por derecho propio —como es el caso de este impresentable—, algunos sencillamente reflejan la vileza de los que los detentan.
Camino de Santiago
En ABC Historia aprovechamos la referencia para analizar la estrategia que aplicaron los Reyes Católicos en el escenario europeo cuando el proyecto de la España moderna empezaba a tomar forma. Al principio de su reinado, los Reyes CatólicosIsabel y Fernando, debieron consensuar quiénes iban a ser los enemigos y quiénes los amigos de su boceto de España, puesto que Castilla y Aragón habían seguido hasta entonces políticas que no eran compatibles entre sí. Castilla era desde la Guerra de los años fiel aliada de los franceses, mientras que Juan II, artífice de Fernando, llevaba años cercando a Francia a todos los niveles a causa de los intereses aragoneses en el sur de Italia. En firmaron varias paces que restablecieron la localización previa a la guerra y mantuvieron a Francia como aliada de Castilla. La demostración de que Granada ocupaba un lugar prioritario para los Reyes Católicos es que, a pesar de que Fernando quiso interrumpir en la campaña para recuperar el Rosellón, en manos francesas, Isabel le convenció de mantener la guerra contra la barrio a toda costa.