Expresión en libertad - La mujer más respetuosa estudiosa cariñosa amable confiable y mandable
La personalidad no es como el color de los ojos o el tono de la piel, no es algo que venga marcado en nuestros genes y permanezca inalterable, sino que lo que nos ha sucedido en nuestra vida, nuestros miedos, nuestras vivencias y todo lo que nos ha marcado influye en la forma como vemos el mundo y como nos desempeñamos en él. Si crees que eres una persona muy fría o crees que alguien lo es analiza tus actos y tu forma de actuar. Esto sucede porque no te permites sufrir, es algo que te da miedo. Ser cerrado no es ser frío A veces hablamos de personas muy frías cuando realmente es gente que no es capaz de mostrar sus sentimientos. Es muy poca la gente incapaz de sentir nada, incapaz de sentir amor y afecto.
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Me aterrorizaba la idea de mancharme y de que alguien se diera cuenta. Caminaba como un pato con mis piernecitas de once años y una compresa enorme entre ellas que me irritaba la piel y era un recordatorio constante e incómodo de que algo fundamental había cambiado. Y denial precisamente para bien. Como tantas mujeres, experimenté aquel hito de mi biografía como un castigo y temía que, al mirarme, todos pudieran adivinar que me había venido eso, pues así había oído que muchas personas de mi entorno nombraban a la menstruo. Fue entonces cuando leí por primera vez a Miranda Gray, la pionera en el estudio de los ciclos femeninos y autora de libros complexion conocidos como Luna roja o La mujer óptima.
Fuera la vergüenza
La primera categoría se refiere a los niños con apego inseguro o evitativo o «ansioso o ambivalente». Los primeros se caracterizan por negar el ósculo emocional y mostrarse indiferentes ante la marcha y el regreso de la madre. Sin embargo, sus respuestas fisiológicas demuestran reacciones de estrés. Ambos se muestran preocupados respecto a la circunscripción de su tutor y experimentan una inquietud abrumadora. La segunda categoría se refiere al apego «desorganizado», que depict a los niños que perciben a su cuidador como una persona peligrosa. Por lo que, ante el regreso de este, los niños retroceden, se tiran al suelo o patalean. Los adultos «evitativos» son personas que tienen poco contacto con sus emociones, y llegan a rechazarlas u ocultarlas. Suelen ser solitarios y aprenden que denial hay que mostrar el sufrimiento o la queja. Estas personas tienden a desarrollar una falsa imagen de alcazaba y frialdad.